Fitur dos mil quince (oportunidad perdida)

Fitur dos mil quince (oportunidad perdida)

Con las piernas todavía cansadas y el sueño sin aligerar confirmo aquí el cumplimiento de mis expectativas más pesimistas en Fitur: todo sigue igual. Galicia, que un año más tiene uno de los recintos más espaciosos y mejor distribuido de toda la feria para facilitar el tránsito de curiosos, las reuniones de profesionales y una de las mejores tascas de la feria (elemento este clave para el éxito en los primeros días, los importantes) junto con la de Noruega (Luca, te queremos).

Sin embargo, a pesar de estos mimbres, una vez más la promoción consistió en un carrusel interminable de alcaldes, diputados, senadores, presidentes y vicepresidentes (provinciales, regionales, que si el clúster...), autoridades portuarias y empresariales, conselleiros y otras yerbas similares que en ventanas de treinta minutos se dedicaron a promocionar cada rincón imaginable de la geografía patria.

Eche usted cuentas; nueve horas diarias durante tres días en los que comitivas enteras de trajeados y subvencionados cargos públicos, con sus palmeros de pago pegados a los faldones, desfilaron por el micrófono y por los bancos de primera fila. Ahora me pongo yo y te agradezco y luego te pones tú que yo te chufo la gestión. Algunos, de muy alta jerarquía, dedicaron más tiempo al absurdo protocolo de nombrar uno por uno y en orden descendente -según su arcaica escala de valores- a todos los canaperos que por allí andaban que no a glosar las bondades de un destino que quizá ni conociesen lo suficiente como para defenderlo más de diez minutos.

Todo ornamentado, claro, con lindezas del estilo “le agradezco el gran esfuerzo que han hecho para venir” o “qué gran gestión de la zona de reuniones”. Como si la clase business y los todo incluido que se gastaron para pasar luego una hora en la feria fuese un esfuerzo sobrehumano. Todo esto por no hablar de las juergas a gastos pagados que se corrieron muchos de ellos tras esa hora de, digamos, trabajo.

Y no quiero con esto echar por tierra el trabajo fantástico de todos esos técnicos de turismo que sí se han dejado los cuernos y las pestañas durante el año en buscar la mejor promoción posible a sus productos y que han venido un año más a la feria intentando destacar, honestamente, entre un océano de propuestas. Alcaldes y concejales -concejalas y alcaldesas-, también los hay, que gastando lo menos posible se desplazan a Fitur y trabajan con humildad como el que más (qué poco aparece esta palabra bajo los trajes y las corbatas). Y altos cargos de Turgalicia que pasan más horas en Ifema que las farolas, no seamos injustos con ellos – y ellas-.

Pero así es muy difícil. Porque más allá del despilfarro y el gasto deshonesto (no doy nombres, pero podría) no se puede ir a una feria mundial a intentar promocionar cada municipio y cada pueblo de Galicia. No es factible llamar la atención de los medios y los profesionales del sector con una oferta fragmentada cuando ya sería muy difícil hacerlo con una propuesta común y llamativa.

Pero no caemos de la burra. Así que me temo que, tras otro año de trabajo y esfuerzo y con la confianza en que nuestro país se vende sólo volveremos a Fitur el año próximo con nuestro tren de encorbatados encantados de conocerse y las propuestas pasarán por la pantalla como fotogramas de texto excesivo sin tiempo para ver qué ponen. Qué más da, si los que estarán mirando son los de la prensa local que cada comitiva se ha traído para satisfacer a sus votantes en el periódico de su pueblo, y a esos ya se les envía luego la nota de prensa.

Hoy no hay receta. Ya si eso otro día. Eso sí, para no ser políticamente incorrecto -al menos no del todo- me guardo las fotos de cierto presidente de Diputación al que en la presentación de turno le pusieron, a la altura de su cabeza, un vikingo de Catoira que creaba un efecto óptico destacable desde mi perspectiva. Aunque era bastante apropiada prefiero dejar ese espacio para los estudiantes que a golpe de fotos llenan de esperanza el recinto.

Submitted by Carlos Olmo (no verificado) Lun, 02/02/2015 - 00:57

Yo pienso lo mismo, pero lo he expresado con una imagen de una calavera mexicana de Puebla diciendo que ese es el futuro que le espera a Fitur si sigue siendo una feria de folletos sólamente