Uno de cada (sopa de tomate y calamar)
Uno de los muchos defectos que tengo a la hora de cocinar es la falta de mesura: tiendo a cocinar para un regimiento, independientemente del número de comensales a satisfacer, sean dos, cinco o cuatro. Esto es especialmente inadecuado en aquellas preparaciones que no soportan bien una reposición. Porque no hay problema, está claro, en que sobre caldo de repollo, pongamos por caso, para el día siguiente, o dos más si procede (decía mi abuela que si tuviese que comer todos los días el mismo plato sería caldo de repollo).
Pero, ¿y las pastas? ¿y los arroces? ¿y los fritos? Éstas y muchas otros alimentos y preparaciones ya sufren con el recalentado ya no lo soportan de ninguna manera.
Todo esto viene a que hoy, comiendo solo, he sido capaz de hacer comida para uno. Con el mismo método de medición habitual -a ojo- he preparado un guiso fantástico (sí, fantástico) con la intención y el tino de que no sobrase. Anoto aquí el proceso por si el lector habitual del blog, yo mismo, quisiese repetirlo en futuras ocasiones.
Sopa de tomate y calamar
1 cebolla
1 ajo
1 calamar
1 cucharadita de merken ahumado o similar (ají ahumado)
1 cucharadita de pimentón de la vera
1 tomate
1 puñado de arroz integral
1 ramillete de perejil
1 cerveza (1906 en este caso)
1 vaso de agua
1 mejillón abierto al vapor
Uno de cada, como se puede ver. Se echa la cebolla picada en aceite frío y se pone a fuego medio. Mientras va cogiendo temperatura se añade el ajo picado. Mientras sigue el asunto a lo suyo, se limpia y trocea un calamar mediano. Se podría aprovechar la tinta, aunque yo no suelo hacerlo. Se añade a la olla, que por supuesto hay que remover de vez en cuando ya desde el principio. Cuando todo el calamar ha perdido el aspecto de crudo se añade una cucharadita (tamaño café) de ají ahumado, se remueve, y a continuación otra de pimentón de la Vera. Se aparta la olla del fuego y se mezcla bien.
Se pela el tomate y se corta en dados bastos, que también se añaden. Vuelta la olla al fuego fuerte, y sin dejar de mover, que no se pegue. Se baja un poco el fuego y se añade un puñado de arroz integral (de alguna clase de grano redondo). La ventaja del arroz integral es que mantiene el punto más tiempo antes de pasarse y su textura se mantiene durante el tiempo necesario para dar cuenta de él. También soporta bien el movimiento durante la cocción. Se remueve bien el arroz, y se añade el perejil sin desbrozar mucho y la mitad de una cerveza de tercio. Se sube el fuego y se va removiendo. Cuando esté bastante consumido se añade la otra mitad. Alguno se estará preguntando por qué echar la cerveza en dos tiempos. No tengo respuesta. Ni siquiera estoy seguro de que el resultado sea mejor o simplemente distinto a incorporarla entera en este momento.
Y una vez resuelta la duda, esperamos a que se consuma parcialmente, unos cinco minutos, y añadimos un vaso de agua. Dejamos que el arroz se termine de cocinar, unos 17 minutos desde su incorporación, aunque dependerá del tipo de arroz (lo mejor es probar el grano). Si se queda corto de agua añadir bajo demanda. Servir en el plato y coronar con un mejillón previamente abierto al vapor de un culín de la cerveza.
¿Es una sopa? ¿Es un arroz? Es claramente sopa, pues lo he comido con cuchara y en plato sopero. Así que no hay discusión.
Espero haber aclarado todas las dudas.