Espagueti Carbonara (actualización)
Al hilo de lo comentado recientemente, otra de las ventajas de esta bitácora sobre las serias es la capacidad de poner la misma receta dos veces. Veo con frecuencia cómo los compañeros actualizan entradas antiguas, pues a veces la revisión de los primeros intentos es dolorosa y el asunto tiene arreglo: se cambian las fotos, se corrige el texto y todo ellos sin perder el posicionamiento conseguido con el primer enlace. Y así debe ser, claro, cuando lo que se busca es tener presencia en los buscadores. Y quién no la quiere. Ya me gustaría a mí ver este vagón, el último, apareciendo en posiciones de privilegio estas próximas navidades o así.
Pero eso no va a ocurrir. Y aunque fuese -que no, insisto- hay cosas que no se pueden actualizar, pues más allá de la receta de rigor (palabra excesiva en mi caso) hay una contexto que no se puede variar en un sitio como éste, a remolque pero con personalidad -o pretensión al menos-. Así que aquí queda una actualización de aquellos tallarines carbonara donde lo importante era la técnica y los ingredientes. Aquí siguen, claro, mejorando apenas la imagen que acompaña, el tipo de pasta, y sobre todo las yemas, que definitivamente aportan más personalidad y cuerpo al plato.
Porque la idea importante, más allá de usar espagueti en vez de tallarines o papada en vez de panceta, que pretendo dejar reflejada hoy, es la de sustituir aquellos dos huevos y una yema por cuatro yemas -mal separadas de sus claras si se quiere-, que darán más carácter al plato. También es importante el queso, me doy cuenta ahora, y no es suficiente con el grana padano, no lo bastante salado. En su lugar un parmesano o quizás el gouda curado que tienen en el Froiz de Oleiros, nacional seis (hay que probarlo). Con eso, garantizando que la pasta está muy caliente cuando pasa a la mezcla, se tendrán la mejor carbonara posible. Y no olvide la pimienta, abundante y recién molida, pero antes remover toda la mezcla hasta que no queden grumos y el aspecto sea absolutamente cremoso.