Mejillones con tomate (y cuchara)
Parece evidente por la imagen que esto no es una sopa, aunque la realidad no es tan obvia. Esta fotografía, al fin y al cabo, está tomada al día siguiente a las sobras del mejunje, cuando había perdido por evaporación gran parte el líquido acompañante. Ayer, en cambio, el resultado animó a servirlo en plato sopero y con cuchara, en vez de en llano y con guarnición, como estaba previsto, que iba a ser calabacín frito o a la plancha o algo así. Seguramente ocurra hoy eso con las sobras, y ambas opciones me parecen buenas.
Mejillones con tomate. Un kilo de mejillones. Mejor grandes, sí, pero sobre todo frescos. Una cebolla grande y un ajo. Cuatro tomates o un bote de salsa de tomate ya cocinada previamente. Un manojo de perejil. Un chorro breve de vino blanco.
Abrir los mejillones -limpios- con un chorrito de vino blanco en una olla grande tapada. Separar los mejillones de las cáscaras y limpiar de impurezas. Tamizar o colar el líquido de esta cocción y reservar al menos medio vaso. En sartén dorar en un chorro de aceite la cebolla cortada en juliana -o como apetezca cortarla- y el ajo. Añadir los tomates pelados y cortados y dejar freír cinco minutos. Añadir medio vaso del agua de cocción. Remover bien. Dejar cocer otros cinco minutos. Incorporar los mejillones y dejar cocer cinco minutos más. Añadir mucho perejil fresco picado, y remover un último minuto.
Claro, con salsa de tomate ya cocinada se pueden acortar los tiempos. Fuera llueve, es lo que toca. Esta noche empieza el invierno. Que aproveche.