Inauguración del camino (tallarines carbonara)
Ha llegado el día. Hoy por la tarde nos desplazaremos a Sarria para, mañana a primerísima hora de la mañana (interprétese esto con laxitud) empezar a caminar por los caminos de Lugo y Coruña hasta llegar a la capital del reino: Santiago.
Pero, aún antes de la partida y ya con la maleta hecha preparamos un plato de pasta que aporte energía para el camino y alegría para el espíritu. O al menos ésa es la excusa que se me ocurre rápidamente cuando la panceta ahumada me hace un guiño desde la nevera hace no más de cuarenta minutos. Y es que no hay como acumular una poca de culpabilidad para poder expiarla con calma durante toda la semana.
Tallarines carbonara (para dos personas)
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250 gramos de tallarines de calidad (o cualquier otra pasta en su defecto)
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4 lonchas gruesas de panceta ahumada (unos 250 gramos)
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2 huevos y una yema más
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60 gramos de queso parmesano.
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Aceite (un poco)
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Pimienta
Poner a hervir abundante agua (dos o tres litros) y, por otro lado, en una sartén -antiadherente si la tiene- dejar dorar en su propia grasa la panceta picada. En un bol, mientras, batir los huevos y la yema, añadir el queso rallado (al gusto, no se corte) y pimienta molida.
Cuando hierva el agua añadir la pasta y dejar hervir a fuego fuerte un poco menos del tiempo recomendado por el fabricante (terminará de cocinarse en la sartén y aún así deberá quedar al dente)
Añadir a la panceta un chorrito de aceite de oliva virgen (o un poco de mantequilla sólo si puede asegurarse la expiación o el indulto).
Cuando la pasta haya completado su tiempo escurrirla mal (que quede una poca de agua, como un tercio de vaso) y volcarla en la sartén -que tendrá fuego- con la panceta y el aceite. Remover durante un minuto más y volcar en el bol del huevo y el queso.
Remover y comer inmediatamente. No haga nunca esperar a la pasta.
Nota: edito esta entrada -el remordimiento comienza a hacer mella- para indicar que la receta la he fusilado del blog de Alfonso de Rechupete, que a su vez no hacía más que poner en práctica las enseñanzas de Anna Mayer, italiana de Negreira o gallega del norte de Italia (no lo tengo muy claro aún).