La peor tortilla de patata del mundo
Hace poco, siguiendo algún rastro de migas de pan llegué hasta una entrada de un blog muy interesante (Los amigos de los Ligasalsas) en la que, sin embargo, descubrí con asombro cómo el firmante incluía la tortilla de Betanzos entre las peores tortillas de patata del mundo. ‘Tortilla al estilo de Betanzos’ es la expresión que utilizaba. Y tortilla sorbete.
Soy gallego, vivo desde hace muchos años en A Coruña y tengo adicción a la tortilla de patata. Me gustan de todos los tipos siempre que respeten algunas normas básicas elementales: los mazacotes y los ladrillos –especialmente los fríos- no. Y por supuesto son un incondicional de la de Betanzos.
Claro que no a todo el mundo le gusta. Mucha gente (coruñeses, gallegos, españoles) han probado la tortilla de Betanzos (una buena tortilla de Betanzos, no cualquier tortilla con más huevo del habitual) y no les ha gustado. Pero muy pocos la han tachado de la peor tortilla del mundo. De hecho lo normal es lo contrario: las tortillas coruñesas –El Manjar, La Penela- son habituales entre las más premiadas del país (me refiero a España) y las de Betanzos –La Casilla, O Pote- también. Eso es indiscutible.
Por eso me extraña que alguien que tiene un gran bagaje y conocimiento culinario diga –escriba- esta boutade. Da la sensación –tendría que preguntárselo; de hecho le dejé un comentario en la entrada del blog que no ha contestado a día de hoy- que no ha probado la tortilla de Betanzos en su vida. Podría ser, pues cuando uno ha ido varias veces al Bulli puede caer en la tentación de pensar que ya lo ha probado todo (y no es así).
De hecho las peores tortillas de patata que he probado yo nunca (además de las de las áreas de servicio y similares, como el propio autor de ese blog incluye en su lista) han sido en plazas mayores de ciudades castellanas, garitos madrileños de renombre y demás rincones de las llanuras ibéricas y ondulaciones béticas. Armas arrojadizas confeccionadas en sartén a fuego lento que podrían ser loncheadas cual fiambre y destinadas a adornar escaparates de bar y la espera de algún incauto que mordiese ese anzuelo. Muchas de ellas, por cierto, abiertas cual barra de pan –sin descomponer una sola patata en la operación- para ser profanadas con mayonesa -de bote-, queso, lechuga o cualquier elemento que apareciese por la cocina en el momento del despropósito. Ésas, frecuentísimas en las mejores plazas del turismo patrio, son las que desvirtúan –en mi opinión- a la noble tortilla.
La de Betanzos, nos guste más o menos, es de las mejores. Harán falta, eso sí, huevos de gallinas de corral con alimentación natural y no de granja, ni huevina, ni similar.
Venga usted a Betanzos o a Coruña, pruebe la tortilla y luego opine, caramba. Y no se preocupe, no le pondrán cuchara para comerla ni le obligarán a tomarse el exceso de huevo batido. Y de paso sáquele una foto y súbala al blog, así no tendrá que utilizar la mía.